La inteligencia emocional, ha sido subestimada durante mucho tiempo en el mundo laboral. Sin embargo, junto con la competencia profesional, esta característica es ahora un criterio cada vez más decisivo para los empleadores a la hora de contratar a los candidatos. Especialmente cuando se trata de cubrir puestos de dirección.
La inteligencia emocional se refiere a la capacidad de captar los propios sentimientos y los de otras personas, de clasificarlos correctamente y de derivar acciones de ellos. A menudo encontrará la abreviatura "EQ" para esto. La inteligencia emocional describe, por tanto, la autogestión y el conocimiento de uno mismo, por un lado, y las competencias y habilidades para tratar con otras personas, por otro.
El término inteligencia emocional fue acuñado en 1990 por los dos psicólogos estadounidenses Peter Salovey y John D. Mayer. La Inteligencia Emocional adquirió mayor notoriedad unos años después, cuando el libro de Daniel Goleman "EQ: Emotional Intelligence" se convirtió en un bestseller.
¿Qué significa ser emocionalmente inteligente?
Básicamente, la inteligencia emocional describe una inteligencia de los sentimientos. En su bestseller, Daniel Goleman llegó a equipararlo con el coeficiente de inteligencia. Para él, era importante, por un lado, ser inteligente en el sentido clásico, es decir, actuar con determinación y lógica. Pero también es importante tener inteligencia emocional, es decir, ser capaz de percibir los propios sentimientos y las emociones de otras personas y reaccionar ante ellos. Definió la Inteligencia Emocional como una combinación de cinco características diferentes:
- Autoconciencia/conciencia de sí mismo: Es la capacidad de una persona para comprender y aceptar sus propios sentimientos emocionales, así como sus necesidades. También es capaz de evaluar objetivamente el efecto de sus declaraciones y acciones en otras personas.
- Autorregulación/autocontrol: Mediante la autorregulación, las personas son capaces de adaptar o subordinar sus propias emociones en relación con un asunto superior.
- Empatía: Las personas con empatía reconocen los estados emocionales de los demás y reaccionan ante ellos de forma adecuada y apropiada. Son capaces de comprender los sentimientos de la otra persona y, por tanto, pueden ponerse en su lugar.
- Motivación: Es la capacidad de motivarse a sí mismo y a otras personas para una determinada tarea u objetivo. El conocimiento de la propia estructura emocional, así como la correcta clasificación de las necesidades y potencialidades de otras personas, permiten crear incentivos motivacionales convincentes.
- Competencia social: A las personas con competencia social les resulta fácil hacer contactos, cultivar relaciones y mantenerlas a largo plazo. Esto incluye, por ejemplo, la capacidad de reunir y dirigir equipos que funcionen.
El principio también funciona para tus propios sentimientos. Si eres emocionalmente inteligente, registrarás tu propio nerviosismo y utilizarás técnicas, como un método de relajación, para salir activamente de esta sensación.
Las personas con una inteligencia emocional pronunciada suelen ser muy empáticas y también son especialmente buenas para controlar sus propias emociones. Suelen manejar bien las críticas y no las consideran un insulto, sino una ayuda.
La Inteligencia Emocional te hará avanzar en el trabajo
La inteligencia emocional está ocupando cada vez más espacio en el lugar en el contexto profesional, por ejemplo la relación entre empleados y superiores o la relación entre colegas. Dado que las personas rara vez actúan ajenas a sus emociones, queda claro por qué la inteligencia emocional es importante para el éxito profesional.
En el trabajo, el estrés, la carga de trabajo y las presiones de tiempo siempre pueden hacer que surjan tensiones entre los compañeros de trabajo, lo que puede perjudicar el rendimiento laboral. Sin embargo, quienes tienen una fuerte inteligencia emocional tienen más posibilidades de mantener la calma durante esos momentos y no dejar que sus emociones tomen el control. Aquí es donde la autorregulación y la autoconciencia desempeñan un papel fundamental. Ayudan a dominar situaciones emocionalmente difíciles y a actuar de forma orientada a la solución.
La aplicación de la inteligencia emocional en el trabajo garantiza la mejora de la productividad, así como del estado de ánimo de los compañeros. En definitiva, son ventajas de las que los empresarios de hoy en día están cada vez menos dispuestos a prescindir.
Tus habilidades personales, como la inteligencia emocional, son las que más importan en diversas situaciones profesionales. Por lo tanto, siempre merece la pena seguir formándose tanto profesional como personalmente.
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